El protagonista de este relato hoy está jubilado y narra cómo estuvo parado frente a un objeto volador no identificado
“Cuando leí la nota a la señora Ángela de Ponce en El Tribuno del
27 de junio pasado me decidí a contar mi historia”, dice Roberto
Moreira, jubilado de aguas gaseosas, vecino de Mariano Moreno.
“Es verdad, cuando la gente escucha el relato ríe o no cree que es
cierto, pero esto que le voy a contar Toconás si tendría una Biblia lo
haría poniendo la mano sobre ella, yo no le voy a mentir a Dios”.
“Nunca lo conté a nadie, sólo a mi familia y quiero que la gente lo
sepa, esto es algo que yo no voy a olvidar en mi vida, tengo 72 años.
Esto es algo que existe”.
Una noche de verano, en marzo de 1997, Moreira estaba de turno en
la planta de aguas gaseosas de barrio Norte. Por entonces esa fábrica
hacía el llenado de botellas y funcionaba una planta de efluentes, una
pileta de unos 20 metros de largo con entradas y salidas. Estaba próxima
al río e iluminada.
“Eran cerca de las tres de la mañana, yo tenía que controlar el
líquido, el nivel de PH. Cerca de la planta había una piletita donde
preparaba las jarras con los líquidos. Salí con una en cada mano y antes
de vaciarlas me hice para atrás, como estirándome y allí fue cuando lo
ví. Era un plato volador y estaba ahí, a unos veinte metros, como
decirte de acá a la casa de enfrente, a una altura de tres pisos más o
menos. Era gris, gris medio oscuro, grande, de ancho casi como una casa o
un poco más”.
Moreira describe lo que sería una nave, sin ningún tipo de abertura
ni luces, tampoco emitía ruido alguno. Estaba suspendida en dirección
al puente Paraguay.
“Miré para los costados para ver si no había algo más, lo primero
que hice fue correr al teléfono y llamar al guardia, era un chico de
apellido Huaranca, le dije que bajara urgente, que deje todo. Luego
volví a salir y ya no estaba, habían pasado unos segundos, diez, quince,
no sé. Huaranca me creyó, yo estaba agitado, como si hubiera corrido
diez kilómetros. Te creo, me dijo”.
“Yo pienso que es por algo que vienen, les debe haber llamado la
atención el agua, los aireadores de la pileta que hacían muchas
burbujas, no sé. La pileta estaba iluminada. Creamos que esto existe. Es
la primera vez que hablo de esto para que la gente lo sepa y te lo
cuento a vos para que salga en el diario”.
En principio este lector no quería que saliera su nombre por eso de
las cargadas pero hablamos sobre lo importante que es la credibilidad,
el crédito. Yo firmo la nota, le dije, y también hay otras personas que
me llamaron para contar su historia.
Gustavo Toconas
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